STRAIN

Pienso que antes era más emocionante descubrir cosas nuevas, encontrabas un disco de cualquier grupo y lo escuchabas hasta la saciedad y mientras, entre audición y audición tenías tiempo de leerte esos dos cómics que habías encontrado con sangre, sudor y lágrimas, ver una película que emitían de casualidad y jugar a la última novedad  de tu videoconsola.
Ahora son toneladas de información , no estoy en contra de ello, pero creo que antes se le sacaba más partido a las cosas y se disfrutaban más. Al final es un consumismo brutal que no conduce a nada.
Prefiero una buena colección de Los Vengadores que las casi diez que sacan actualmente, o escuchar aquella cinta que ver todos los discos por internet, para eso hace falta mucho tiempo, y yo no lo tengo.
Digo esto porque me viene al caso del comic que hoy nos ocupa, éste lo descubrí mientras leía mis dos o tres cómics del mes, concretamente cuando terminaba el último ejemplar publicado de Alita, Angel de combate, al ver la página de novedades de ese mes y lo vi allí agazapado esperando pacientemente a mi llegada, como siempre tardía. Yo creo que ya iban por el tercer o cuarto número.
Lo que me llamó la atención fueron los autores y la introducción de la edición de Planeta, la cual paso a reproducir tal cual fue:
"Atención: El ministerio de cultura y la dirección general de revisión de cómics advierten a todos los lectores de que el consumo de Strain puede ser perjudicial para aquellos que tengan poco estómago"
Lógicamente, la advertencia solo sirvió para ponerme más ganas, y más si está escrita por Yoshiyuki Okamura, que también firma como Sho Fumimura o Buronson, autor de, entre otras, El puño de la estrella del norte y Santuario, esta última junta al dibujante de Strain, Ryoichi Ikegami, que ha trabajado también en Crying Freeman, Lady Snowblood o Ryugetsusho. Todas ellas altamente recomendables excepto esta última, no me acabó de convencer.

Mi colección...

Como reza al abrir el número uno, violencia en estado puro, lo miráis como queráis, es curioso ver como en Japón muestran una violencia tan explícita y desenfrenada y después tienen más (no muchos más) reparos con las escenas de sexo.

Bueno, pues la historia no tiene desperdicio, asesinatos, sexo, mafia, traiciones, ambición, drogas, sadomasoquismo, asesinos transexuales, corrupción, prostitución, en fin, todo lo que se os pueda llegar a ocurrir.
El protagonista es Mayo, un asesino que mata por cinco dólares, ya que según él "la vida de un ser humano no vale ni más ni menos que eso". No diré mas de él, no es cuestión de revelarlo todo.
Acompañado del viejo Sr. Sai, de Yan, el único que parece feliz en toda la historia, casado con una mujer tan peculiar como la relación entre ellos y "todos" sus gatos. Y de Kioko, prostituta de lujo y mucho más de lo que aparenta.

Después tenemos a Shion, niña que ejerce la prostitución para cuidar a su madre enferma y que es el primer trabajo del asesino pintor de caballos Mayo.

Todo se complica cuando Mayo decide cambiar de idea y la mafia decide llamar a otro de los protagonistas de la historia, Angel, policía sadomaso ultra violento bisexual. Hijo de madre malaya y padre norteamericano, otra historia triste. Es para verlo.

Completan el reparto Sunichiro Kusaka, presidente de las empresas Kusaka (sin escrúpulos) y su socio Shimei Sai (no se cual es peor), que intentan que Japón y Malasia entren en las altas esferas y el control del petróleo mundial. Muroto, yakuza amigo de Sunichiro y El bello Andor, primo de Shimei y asesino transexual.

Nada ni nadie es lo que parece, lealtad y traición son una constante.
Pero bien está lo que bien acaba, he intentado contar lo menos posible de la trama, así es más divertido el leerlo. Lo dicho, información la justa. Que sentido tiene jugar un partido de baloncesto si lo empiezas ganando de cien.
Aclarar que estoy en contra de cualquier tipo de violencia real, pero que en la ficción, y sin caer en lo soez y desagradable, me encanta.
Adeu, el próximo Metallica, o el grupo al que Mustaine echó de Megadeth.